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  • Foto del escritorVíctor M. Díaz

Un lugar al que volver (II)

De cada casa, su gente


Hace ya un tiempo, digamos muy razonable, que a La Cosmopolita se la tiene por un lugar seguro; un lugar al que volver para comer bien y beber mejor, en gran parte por el nombre que ampara que eso suceda; el inefable Dani Carnero. Pero pocos recalcan que, en este bar -porque no olvidemos que es un bar, o un guiso-bar, como gusta de reconocerlo el chef- todo sucede así porque hay un equipo de sala que se encarga de continuar grabando el legado.


 

La Cosmopolita, un lugar al que volver
La Cosmopolita, un lugar al que volver

No pretendemos venir a descubrir un lugar que viene siendo un referente gastronómico en Málaga desde hace más de una década, ni a hablar de sus platillos más célebres, o mucho menos hacer una crítica gastronómica de nada. Ya corren ríos de tinta sobre eso. Pero en pocos de esos ríos se destaca lo que precisamente hoy es un valor incalculable para cualquier proyecto gastronómico: la regularidad y nula rotación de un equipo de sala, o lo que es lo mismo, saber a quién te vas a encontrar cuando decides ir a comer. Tener la certeza de que, si no es Jordi será Víctor, o Melany, o Angy, o Juanjo en su defecto, quienes te atiendan casi de memoria, porque así son las cosas en esta casa.



A nivel coyuntural, probablemente nos encontremos en una de las etapas más complicadas para que esto suceda. La liquidez de los perfiles, cambiantes en sus decisiones y aspiraciones, así como ciertos atisbos de crisis de valores, hace que muchos proyectos empresariales en gastronomía, pese a no cumplir con el tan manido cánon del 'explotador', se vean sumergidos en constantes procesos de selección, altas y bajas, con sus correspondientes curvas de aprendizaje, mermas en la productividad, y carga extra repartida en el resto de miembros del equipo, lo cual no imposibilita, pero sí dificulta el normal desarrollo de la actividad. Pero mira por donde aquí, en La Cosmopolita, sin poder considerarse ajenos a este movimiento de renuncia silenciosa, el núcleo se mantiene unido, practicando una gastronomía de calidad, ofreciendo su sonrisa y cercanía a todos los que, en nuestro trasiego por el centro de Málaga, decidimos hacer un alto aquí. Porque no olvidemos que una buena sala puede salvar una cocina mediocre, pero un mal servicio puede arruinar la mejor de las comidas.



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